martes, 25 de agosto de 2009

Un meteoro demasiado veloz


Después del sorpresivo impacto que tuvo Matrix (Andy y Larry Wachowski, 1999) en la conciencia colectiva, y a pesar de las secuelas, que fueron progresivamente más decepcionantes, había gran expectación por el primer trabajo como directores de los hermanos Wachowski post-Matrix. El resultado fue Meteoro (2008), una adaptación de la homónima serie animada de 1967. Esta serie, a su vez, es una adaptación al idioma inglés del anime Mach Go Go Go, basado en el manga del mismo nombre creado en los 60s por Tatsuo Yoshida.


Los hermanos tenían ambiciosos planes para la adaptación: querían utilizar toda la artillería tecnológica a su disposición para crear un mundo completamente digital en el que habitaran su personajes de carne y hueso, y que se aproximara a la realidad de un universo animado. Los automóviles, los vestuarios y el colorido diseño de producción replicarían fielmente los de la serie animada, todo se filmaría digitalmente, y se exageraría la profundidad de campo para que todas las imágenes en pantalla estuvieran siempre en foco, simulando la realidad plana de una caricatura.


Estas decisiones llamaron mucho la atención durante la grabación de la película. Sin embargo, en algún momento el buzz comenzó a volverse negativo y, como sucede de vez en cuando en esta era de información cibernética, para el momento en que se lanzó la cinta, la opnión popular a priori había determinado que Meteoro era una mala película. La cinta tuvo una pésima recepción tanto del público como de la crítica.



Yo me encuentro entre el grupo de defensores de Meteoro. A mi me pareció muy entretenida. La historia en esencia tal vez sea algo convencional (un prometedor corredor de carreras debe decidir entre mantenerse fiel al tradicional espíritu de su familia, o entregarse a una corporación gigantesca que promete convertirlo en una estrella), y la narrativa sea más compleja de lo que necesita ser, pero también es fresca y emocionante. Además, independientemente de mi preferencia personal por la cinta, o de la recepción que haya tenido, sé que esta película será vista en el futuro como una precursora y un parteaguas en la producción Hollywoodense.


Primero que nada, todos sabemos que la utilización de gráficas digitales se ha convertido en una práctica comú. Meteoro no es la única cinta que ha creado un mundo virtual para que sus personajes habiten. Capitán Sky y el Mundo del Mañana (Ferry Conran, 2004), Sin City (Rodríguez y Miller, 2005) y 300 (Zack Zinder, 2006) son tres ejemplos que la preceden. Sin embargo, en Speed Racer se logra una integración, si bien estilizada, más natural que en las cintas previas (Sin City y 300 optan deliberadamente por un ambiente un poco más abstracto).


Otro punto en el que Meteoro marca la pauta es en el del tratamiento digital y profundidad visual de la imagen. La textura visual de los nuevos equipos de reproducción y pantallas caseras de alta definición han provocado la pérdida de la textura que da el nitrato de plata a la cinta cinematográfica y de la baja profundidad focal que da el cine. Esto ha provocado que las imágenes más duras y planas se pongan en boga, y estoy seguro de que más películas comenzarán ha adoptar este look en los próximos años.



Finalmente ¿Recuerdan cunado el cine comenzó a adoptar el lenguaje videoclipero popularizado por Mtv? Muchos se quejaron, alegando que era el resultado de una juventud afligida por un déficit de atención, que no podía concentrarse en tomas de más de unos segundos. Tal vez ése haya sido el caso, pero con Meteoro éste adquiere un matiz casi opuesto: la acción es tan frenética y los cortes tan rápidos que se requiere una atención constante para seguir lo que está sucediendo. Esto puede provocar un dolor de cabeza a quienes están acostumbrados a un estilo cinematográfico más tradicional, pero quienes han crecido con ese “déficit de atención” seguramente no tendrán ningún problema para absorber toda esa información. Tal éste sea visto ahora como un caso extremo, pero seguramente el estilo narrativo de Hollywood seguirá sobre esta ruta.


A fin de cuentas, para bien o para mal, esta cinta representa el futuro. Tal vez hoy sea vista como un fracaso, pero seguramente en cosa de algunos años pasará a formar parte del panteón de películas que en su momento fracasaron, pero que se volvieron referentes, como lo fueron Intolerancia (D.W. Griffith, 1916), Vértigo (Alfred Hitchcock, 1958) o Blade Runner (Ridley Scott, 1982).




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1 comentario:

  1. en esta película la acción y la rapidez de las tomas pueden hacer que te de un poco de mareo, sin embargo escuchar ese tema de entrada de un programa de mi niñez, y ver como sería un meteoro de carne y hueso la hacen encantadora...

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