lunes, 27 de julio de 2009

El final feliz de Stanley Kubrick


La última película de Stanley Kubrick, Ojos Bien Cerrados (1999), estuvo rodeada de controversia prácticamente desde que el mundo se enteró de que se iba a realizar: La especulación sobre la trama, aderezada con el anuncio de quiénes serían los protagonistas, llevó a algunos a concluir –en los caso más extremos- que la conta sería una película pornográfica protagonizada por Tom Cruise y Nicole Kidman. La súbita muerte de Kubrick a pocos días de terminar la postproducción, junto con la decisión de Warner Bros. de censurar digitalmente las escenas más explícitas de la película en el mercado americano –para ganar la clasificación R en vez de la temida NC-17- echaron leña al fuego de la controversia, con el estudio y Tom Cruise asegurando que contaban con la bendición de Kubrick para realizar estos cambios, y mucha gente acusándolos de tergiversar la última obra maestra de un genio.


La película fue finalmente lanzada, y dejó a la mayoría de los espectadores, incluyendo a la crítica, muy confundidos. Fiel a su costumbre, Kubrick preparó una cinta muy distinta a las expectativas que había sobre ella. Más que un thriller erótico, Ojos Bien Cerrados es un perturbador paseo con tintes oníricos por la mente de un hombre súbitamente forzado a confrontar sus inseguridades sexuales. La mayoría de los críticos le dieron reservadas notas positivas, que se sentían más como una obligación por tratarse de la última obra de Kubrick, que como auténtica convicción.



Sin embargo, como siempre con las películas de Kubrick, con el paso del tiempo, y ya habiéndola absorbido más, la cinta ha sido revalorada poco a poco. Y es que, como los mejores trabajos de Kubrick, es una película difícil, que no revela sus secretos la primera vez que la vemos, y que deja muchos puntos –incluyendo el significado de todo- abiertos a la interpretación.


Kubrick siempre tuvo fama de ser un pesimista. Los desenlaces de sus películas suelen ir del cinismo (La Naranja Mecánica) al fatalismo (Barry Lyndon). Una excepción sería el final de 2001: Odisea en el Espacio (1968), con un desenlace lo suficientemente ambiguo como para pensar que habla de la humanidad como condenada y destinada a ser reemplazada por algo superior, o bien de la esperanza de que la

humanidad dará el salto necesario para trascender los problemas, y el impulso autodestructivo que, desde el punto de vista de Kubrick, la aflijen.


(Advertencia de SPOILERS)


En el caso de Ojos Bien Cerrados, la mayoría de las interpretaciones han enfatizado ese punto de vista negativo. Algunos elementos que se mencionan recurrentemente para justificar este punto: el mundo al que el Dr. Hill Harford (Cruise) se enfrenta es mucho más grande que él, y está fuera de su co

ntrol y comprensión; la búsqueda sexual que regularmente desemboca en destrucción y muerte; y la conclusión –asumida, desde mi punto de vista lejos de ser definitiva- de que el Matrimonio de Bill y Alice Harford (Kidman), no tienen un futuro juntos más allá de su conversación final.


A pesar de todo esto, sin embargo, yo opino que la película tiene un aspecto positivo y esperanzador en el desenlace. No olvidemos que la película está deliberadamente cargada de una fuerza onírica, y que la mayoría de los eventos los vemos desde el punto de vista de Bill Harford. Por lo tanto, creo que es aceptable interpretar los eventos como una manifestación Psicológica del Dr. Harford, y no n

ecesariamente como una narración objetiva.


Tomando este punto de vista, me gustaría analizar al personaje de Harford al principio y al final de la cinta. Al comienzo, parece ser un personaje en la cima del mundo: Es un doctor exitoso, joven, guapo, casado con una mujer sumamente atractiva, que se pavonea en la fiesta del millonario Victor Ziegler (brillantemente interpretado por Sydney Pollak), su paciente y amigo, mientras permite que un par de chicas coqueteen abiertamente con él.


La confesión de Alice de que en una ocasión se sintió tentada a abandonar toda su vida con tal de pasar una noche con otro hombre arroja a Bill en una espiral descendente, en la que toda la confianza aparente que proyectaba al principio se transforma en frustración, y una obsesión por probarse a sí mismo sexualmente. Conforme ese viaje literal y metafórico se vaya haciendo más profundo, se dará cuenta que los símbolos de los que s evalía para conferirse a sí mismo ese estatus de triunfador (su aspecto físico, su profesión, su dinero) se van haciendo más y más inútiles. Su proclividad a mostrar su identificación médica como si fuera la placa de un policía alcanza tintes cómicos, por ejemplo.



El momento (anti)climático en el que Bill encuentra la máscara del baile en la cama, al lado de su esposa durmiendo, es cuando finalmente reconoce –a pesar de todas las señales que se le han enviando previamente- que se vio sumergido en una situación completamente fuera de su control y comprensión. Esto provoca su derrumbe emocional, que desemboca en llanto, y en la confesión que hace a su esposa de todo lo que ha sucedido (Kubrick decide sabiamente no mostrar esta conversación, cortando del momento en el que Harford le dice a Alice que le contará todo, a la reacción de ella al terminar de escuchar la historia, horas después)


Hasta ahora podría parecer que efectivamente, la situación es bastante negativa. Pero el derrumbe de Harford también trae consigo una catársis. Ahí es cuando realmente se da cuenta del proceso Psicológico por el que ha pasado. La máscara en la cama podría interpretarse como lamáscara que Harford proyectaba al mundo –y con la cual se veía a sí mismo. Al internarse, de manera inconsciente, en las profundidades de sus miedos e inseguridades, se ha permitido verse a sí mismo como es. Al final de la película, no puedo saber cual será el destino del matrimonio Harford. Pero sí se que Bill ha logrado verse a sí mismo de una manera más profunda y auténtica que “máscara de porcelana” con que se presentaba al mundo al principio. Bill ha logrado asumirse como un auténtico ser humano, con todas las implicaciones que eso conlleve. Y para mí, ése es un final feliz.



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